Javier Mascherano tiene 45 años y pasó 18 siendo esclavo del consumo de cocaína. Dijo que lo empezó a hacer para “pertenecer” pero dice que se perdonó a si mismo desde que reconoció que era un enfermo. “La libertad no tiene precio”, asegura y confirma que eso de ser “Roberto Carlos y tener un millón de amigos es una gran mentira”. También dice que “rehabilitarse es una lucha interna continua”.