San Francisco de Santa Fe supo ser un pueblo en esplendor y expansión, donde funcionó una especie de “Dulcería”, una fábrica que tuvo 300 empleados y que en 1978, mientras se levantaba la Copa del Mundo en Argentina, esta trascendende industria cerró sus puertas.
El pueblo perdió su principal fuente de trabajo y la gente emigró masivamente. Al no tener un acceso pavimentado hasta la Ruta 8, sus pobladores se fueron mayormente a Venado Tuerto y tan solo quedaron unos 400 habitantes.

El “Pato”, como así lo conocen trabajó en El Charabón la fábrica de dulce de leche que fabricaba los caramelos que se vendían por todos lados: Cremalín era el mas pequeño y Charabón el de tamaño mas grande. Los ojos de Pato hablan cuando sus palabras describen sus años de trabajo en esta fábrica. Él era uno de los líderes ahí adentro.

Este artículo periodístico dejará la crónica de lado para dar lugar a la retórica y decir que dan ganas de abrazarlo a Pato y decirle: “quedate tranquilo Pato, así hayas tenido que dejar tu trabajo porque te “dejaron” sin trabajo, vos para mi sos un ejemplo. Te quedaste acá, en tu pueblo, añorando todo eso que pudo ser y no fue. No así tu honor, vos sos un grande de verdad, Pato…esos que hicieron lo que había que hacer para que las cosas funcionen”.

La fábrica había sido comprada por Bonafide y en plena dictadura a estos empresarios porteños, se ve que poco le interesaba lo que pasaba en este pequeño pueblo del interior santafesino. El descuido y posterior cierre era la crónica de una muerte anunciada de quienes veían los despilfarros producto de la falta de controles.
“Volvían de Suiza potes de 25 kilos de dulce porque no se le ponía lo que había que poner, se descuidaba la forma de elaborar el producto”, dicen quienes fueron testigos del declive.
El cierre de esta fábrica marcó a fuego el destino de San Francisco: primero fueron perjudicados los tambos que abastecían esta empresa y después fue cerrando la estacion de servicio que funcionaba en la esquina, y así, los negocios fueron cayendo y la gente se fue yendo, de a poco.

Sin embargo, hoy la localidad busca resurgir como el ave fenix. El acceso con ripio le dio una rápida salida a la Ruta 8 que permite estar en Venado Tuerto en 25 minutos y la venta de 56 lotes para viviendas prometen prosperidad en la localidad que acaba de renovar la vereda de su Plaza central.



